Lo desconocido asusta, y mucho, pero no solo es el miedo de no saber dónde estás. No tener un lugar al que regresar cada noche, saber que no habrá un plato de comida caliente esperándote cuando llegues a casa, y que nadie te recibirá con un abrazo.
Todo lo que conoces ahora es la soledad y sobrevives gracias a los instintos de un cuerpo que ni siquiera conoces.
Aprendes a fingir, finges que estás bien, finges que recuerdas, finges amar, todo lo que haces es falso, todo para encajar en una sociedad que ni conoces. Y cuando por fin tu actuación es tan buena que hasta tú te la crees, todo se derrumba y caes más y más hondo en un abismo de sufrimiento y desesperación.